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Aida Martín, jabones artesanales y cera natural

Aida Martín Cabrera es, desde luego, más que una artesana: su trayectoria construye un verdadero ejemplo inspirador para el emprendimiento en y desde Fuerteventura, en un entorno tan majorero como el que dibuja la producción ganadera en torno a la cabra.

Sus jabones constituyen una muestra perfecta de cómo aunar tradición, identidad y valor contemporáneo a una actividad en la que ha venido volcando sus sueños con pasión y entrega. «Hay que perder los miedos», afirma convencida Aida. Le respalda su experiencia y su visión para poder ir más allá de lo que en principio le venía dado con los elementos. Ella defiende que Fuerteventura «tiene un montón de recursos a partir de los cuales poder emprender y crecer», en un punto de un viaje mucho más personal que empresarial.

¿Cómo se inició en la producción de los jabones artesanos? ¿Era ya ganadera?

Venimos de familia ganadera, pero nunca tuvimos ganadería propia. Todo surgió primero por amor, y luego por necesidad. En Fuerteventura conocí a mi marido y allí comenzamos a dar forma a este bonito proyecto, para ese entonces nuestra situación personal era muy complicada, él era de Gerona y yo estaba aquí en la isla. Teníamos que encontrar la forma de poder estar juntos; también influyó la situación económica que teníamos en aquel entonces, yo me quedé sin trabajo y se nos ocurrió aprovechar los recursos que ya teníamos, y nos animamos a comprar cabritas.

Así empezó poder tener una producción ganadera propia

Todos nos implicamos, también la familia y mi marido, ilusionado, se pasó siete años de viajes entre Gerona y Fuerteventura. La situación fue dura pero hermosa. 

Empezamos queriendo juntar cabritas. El primer golpe fue que descubrimos que teníamos que adquirirlas pequeñas, no adultas; Llegamos a tener 200 cabras

En un curso del Cabildo de Fuerteventura sobre cómo diversificar los productos lácteos, me di cuenta de que algo estábamos haciendo mal: Que todos estábamos haciendo quesos,  y que se podían hacer más cosas.

¿Fue directamente a la fabricación de jabones?

Empezamos a pedir permisos para hacer yogur, mantequilla y otros derivados… Y funcionó. Comercializábamos dentro de los Spar, en Fuerteventura y Lanzarote. El problema entonces ya era de escala: teníamos que crecer muchísimo. No nos daba la leche. Éramos jóvenes y hablamos con otros ganaderos, pero no nos creían sobre la salida que podían tener estos productos.

¿Eso les hizo dudar?

Tenía claro que debíamos diversificar, porque en Fuerteventura teníamos muchas posibilidades para hacerlo. Pero en fin, también era el momento de la crisis económica, y no pudimos obtener financiación de los bancos. Tuvimos que replegar; Entonces yo empecé a hacer jabón, después de pedir los permisos.

Fuerteventura tiene un montón de recursos a partir de los cuales puedes emprender y crecer

¿Se implicó su familia?

Todos ayudaron y aportaron sus conocimientos, mis hermanos, que son tres, y mis padres y mi marido. Empezamos con una idea y terminamos en el jabón. Todos nos metimos en el barco.

Mi hermana se encargaba de la burocracia y temas administrativos, mi hermano pequeño de la distribución y alimentación del ganado, mi hermano mayor servicio técnico y maquinaria, y mi madre y yo el ordeño y elaboración de todos los productos, formando así un gran equipo.

Miramos hacia delante, porque esto tenía que salir. No cabía la duda. Y salió.

Por cómo lo cuenta, fue realmente duro el comienzo. ¿Volvería a pasar por ahí?

Ahora que han pasado tantos años, si me lo dices, que tenemos que pasar otra vez por ahí, doy el primer aviso: abróchense los cinturones, porque van a haber turbulencias. No es fácil en absoluto. Pero cuando lo sientes mueves cielo y tierra para conseguirlo. Esa es mi experiencia. Todo por lo que pasas es un aprendizaje, que te va a servir para crecer y evolucionar como persona. Si no ¿de qué nos sirve estar aquí? O sales de tu zona de confort y vences al miedo, o te quedas. Si vences al miedo, todo sale. Si nos quedamos en la retaguardia, las cosas así no pasan. El milagro existe, pero tienes que atraerlo y quererlo.

Como emprendedora, si vences al miedo, ya nada te para

¿La elaboración de los jabones con leche de cabra es también vocación?

Los jabones son mi pasión. Ya lo veo como un hobby ya, a estas alturas. Mi viaje ahora no se está centrando sólo en la producción, sino también en la enseñanza: en compartir todo lo que he aprendido con toda la gente. Realmente, a nuestra generación no nos han dado herramientas para pelear y crecer en el mundo. Quizás nos enseñaron el valor del trabajo, porque antes se pasó peor, no tenían la comida garantizada. Nosotros pudimos ir al colegio, hacer una carrera, teníamos comida… Ahora nos toca a nosotros decir eso de que tenemos que cambiar, encargarnos de lo que sentimos, de lo que tenemos dentro, porque eso nos va a ayudar a entender nuestras emociones y nuestro lugar en el mundo

Cuando hay algo que te gusta, y lo haces, ya no hay competición con el resto. Se convierte en algo tuyo. De niña, quería estudiar música y amaba a los animales. Pero claro, el sistema educativo que teníamos en aquel entonces no ayudaba a sacar de nuestro interior esa motivación para creer en nosotros mismos y alcanzar nuestras metas.

Todo en mí se basa en la creatividad, para luego poder transmitir. Después del jabón vinieron las velas, el crochet, los minerales…  mi mente no puede parar. Eso me da energía, me hace levantarme por las mañanas con ilusión.

¿Cómo es el proceso de elaboración del producto?

Realmente, la base de nuestros jabones son: aceites de primera presión, sustituimos el agua por la leche de cabra, aportando así, al jabón sus propiedades, y estas, junto con otros ingredientes, produce la saponificación de las grasas, logrando así nuestros jabones. En el laboratorio entro en estado zen, siento, huelo, y vivo un momento mágico. Es creativo, con lo que se produce un momento muy agradable. Ahí crece muchísimo amor.

En la elaboración del jabón sustituimos el agua por leche de cabra, aportando así sus propiedades

¿Es tan creativa esta labor?

En esos momentos empiezas a pensar «¿y si lo hago de esta manera?». En realidad puedes poner lo que quieras como por ejemplo añadir tuno indio, higo. Podemos usar los recursos que tiene Fuerteventura, que son muchos. Desde la tunera, por ejemplo. Tenemos un clima que nos permite plantar un buen romero. Si te hago una lista, no terminaría. Pero tiene que haber una motivación. Eso sí, cuando vences al miedo ya nadie te para.

¿Es un producto personalizado en función del cliente?

Para empezar, cada jabón que se elabora es para un tipo de piel determinado. Los aceites que usamos para uso cosmético son de primera presión. Está claro que el jabón tiene unas cualidades, que es la limpieza, pero si le añadimos una suavidad, una cantidad de espuma, un olor agradable, entonces ahí lo conseguimos perfeccionar. Y aquí, en este jabón, se aprovecha todo, no se tira nada. En cuanto al medio ambiente, pues sólo hay que pensar en los botes y recipientes de jabón que tiramos diariamente. Si volvemos a la pastilla tradicional, esto no pasa. Podemos hacerlo más fácil, y con mayor calidad. Porque ninguna marca va a ser mejor que un jabón artesanal bien formulado. Cuando utilizas elementos totalmente naturales y amables con el medio ambiente, esto es lo que consigues.

En el laboratorio entro en un estado zen: siento, huelo y vivo un momento mágico

¿Como comercializa hoy sus jabones?

A través de la tienda de artesanos en Betancuria, y en Pájara, en una tiendita llamada el Taller de los Aromas que comparto con otra compañera y artesana; y también a través del e-mail atiendo.

¿Quieres conocer más sobre Aida?

Descubre El Taller de los Aromas

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